9.3.09

Teoría de la verdad como correspondencia

A todos nos interesa la verdad, por muchos motivos. Llegar a ella, lograrla, alcanzarla, es fruto sabroso. Nos hace sentir bien saber que estamos en lo cierto, que hemos dicho la verdad conectada a la realidad, etc. Tener creencias verdaderas, sin embargo, no nos ayuda a la hora de saber qué es la verdad.

Podemos pensar que la verdad es una especie de propiedad que caracteriza a ciertos pensamientos, enunciados o aseveraciones. En este contexto, una de las teorías para explicar en qué consiste la verdad es la de la correspondencia, que afirma la existencia de una relación de coincidencia entre un enunciado y el hecho. O, en otras palabras, entre lo que pensamos y la realidad. Así, si yo pienso “Veo un gato” cuando efectivamente observo a dicho felino junto a mis pies, entonces mi pensamiento es verdadero porque corresponde con el hecho que describe. Hay, por una parte, un pensamiento, que posee un contenido; y, por otra, un hecho (una realidad) que tiene la virtud de convertir aquel en realidad.

Conviene aclarar la diferencia entre verdad y hecho. Una verdad es un pensamiento, una representación (mental, se entiende) o una descripción acertada del mundo, mientras que un hecho es todo aquello que puede ser descrito o representado por las mismas verdades. Por tanto, una verdad es una opinión verdadera, porque se basa en un hecho del mundo que la corrobora; esto supone que sin hechos no hay, en principio, verdades (pero posiblemente sí haya hechos sin verdades; porque, quizá, haya ciertos hechos de los que no tenemos constancia, y que por ello no constituyen para nosotros verdad alguna hasta que nos percatamos de ellos o los describimos).

Una de las primeras formulaciones de esta teoría corrió a cargo de Aristóteles, en su Metafísica:

Decir de lo que no es que es, o de lo que es que no es, es falso; y decir de
lo que es que es, y de lo que no es que no es, es verdadero; de suerte que
el que dice que algo es o que no es, dirá verdad o mentira
” (Mtf., IV, 7)

Por lo tanto, si el significado de un enunciado, o un pensamiento, describe los hechos según la manera en que interpretamos el mundo, entonces dicho enunciado corresponde a los hechos, y en consecuencia, es un enunciado verdadero.

Hay dos formas fundamentales de concebir la teoría de la correspondencia. Por una parte, podemos entenderla como una coincidencia rigurosa entre enunciado y realidad, si afirmamos que aquel es una copia absoluta de ésta, ya que la refleja perfectamente, a la manera de un espejo. Así, en función de la estructura o adecuación de un enunciado podemos saber si corresponde o no a la realidad. Bertrand Russell es uno de los máximos exponentes de este tipo de correspondencia epistemológica. Por otra parte, también puede pensarse esta teoría como una sencilla relación de reciprocidad; un pensamiento cuyo significado coincide o se ajusta a la realidad, pero en un sentido más amplio. El mismo Aristóteles pensaba de esta manera.

No obstante, ¿podría haber estrictamente verdades que no corresponden a hechos? Si alguien afirma que yo no soy un gato, entonces está plenamente en lo cierto (su pensamiento, el enunciado que ha pronunciado, corresponde plenamente a la realidad, al hecho de que yo no sea un gato). Pero, ¿puede haber un hecho referido a la no-realidad, a la evidencia de que yo no soy un gato? Es verdad que yo no soy un gato; ¿dónde se “halla” el hecho de ello?; aunque ese enunciado sea cierto, ¿cómo podríamos entender un hecho negativo?

Además de éste la teoría de la correspondencia crea muchos otros problemas; ¿representa dicha teoría una noción primigenia de la verdad, o parte de alguna otra que lo es más aún? Según Martín Heidegger sí deriva de otra noción más primitiva, porque la verdad auténtica está conectada al ser de las cosas, mucho más originaria, y ésta es previa a todo juicio, y por tanto, a la idea de correspondencia. La verdad radica en el ser, antes de en cualquier otra relación.

Otra dificultad es el concepto mismo de la correspondencia. Por convención nuestra cultura ha ido asociando ciertos signos lingüísticos a objetos concretos, y en consecuencia al aparecer dichos signos la mente humana representa o se figura este objeto; mas ¿cómo se realiza y en qué consiste tal representación mental del objeto?

Por todo ello la teoría de la correspondencia como aproximación descriptiva a la verdad ha sido frecuentemente opuesta a otras muchas, entre las cuales cabe citar la teoría pragmática de la verdad, teoría de la coherencia, teoría semántica de la verdad y teoría de la verdad como redundancia. Puede que veamos algunas de ellas en futuros apuntes.

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