29.5.09

Hombre y libertad

"Libertad, o independencia, significa (propiamente hablando) la falta de oposición (por oposición quiero decir impedimentos externos al movimiento); y puede aplicarse a las criaturas irracionales e inanimadas no menos que a las racionales. Pues de cualquier cosa atada o circundada como para no poder moverse sino dentro de un cierto espacio determinado por la oposición de algún cuerpo externo, decimos que no tiene libertad para ir más allá. Y lo mismo acontece con todas las criaturas vivientes mientras están aprisionadas o en cautividad, limitadas por muros o cadenas; y con el agua mientras está contenida por diques o canales, cuando en otro caso se desparramaría sobre una extensión mayor. Solemos entonces decir que tales cosas no están en libertad para moverse como lo harían sin estos impedimentos externos. Pero cuando el obstáculo al movimiento está en la constitución de la cosa misma no solemos decir que le falta la libertad, sino el poder para moverse; como cuando una piedra yace quieta, o un hombre es atado a su cama por enfermedad.

Y con arreglo a este sentido adecuado y generalmente reconocido de la palabra, un HOMBRE LIBRE es quien en las cosas que por su fuerza o ingenio puede hacer no se ve estorbado en realizar su voluntad. Pero cuando las palabras libre y libertad se aplican a cosas distintas de cuerpos se comete un abuso, pues lo no sujeto a movimiento no está sujeto a impedimento. Y, por tanto, cuando se dice (por ejemplo) que la vía está libre no se indica libertad alguna en ese camino, sino en quienes allí andan sin detenerse. [...] Por último, por el uso de la palabra libre albedrío no pude inferirse ninguna libertad de la voluntad, del deseo o de la inclinación, sino la libertad del hombre, que consiste en no encontrar alto alguno a la hora de llevar a cabo lo que tiene la voluntad, el deseo o la inclinación de hacer [...]

Libertad y necesidad son compatibles. Como sucede con el agua, que no sólo tiene libertad sino necesidad de descender por el canal, así acontece en las acciones realizadas voluntariamente por los hombres, que por proceder de su voluntad proceden de la libertad y, no obstante, proceden de la necesidad, porque todo acto de la libertad humana y todo deseo e inclinación proceden de alguna causa, y ésta de otra en una cadena continua (cuyo primer eslabón está en manos de Dios, primera de todas las causas). Con lo cual, para quien pudiese ver la conexión de sus causas, resultaría manifiesta la necesidad de todas las acciones voluntarias de los hombres
".

Thomas Hobbes, "Leviatán".

16.5.09

Introducción al pensamiento de Karl Marx (VI)



(Partes 1, 2, 3, 4 y 5)

6) El “materialismo histórico”. Caída del capitalismo e implantación del comunismo.

Puesto que la realidad que viven los seres humanos es, para Marx igual que para Hegel, un producto de la acción de las leyes dialécticas, la historia trata siempre de lograr un objetivo, superando las contradicciones propias de las etapas anteriores. De este modo, el curso histórico acontece de forma necesaria, por lo que todo sufrimiento y malestar actual es inevitable e inexcusable, con el fin de que el futuro nos aporte la solución a nuestros problemas. Esta solución sólo será posible, como ya se ha dicho, cuando tenga lugar la sustitución del actual sistema capitalista por un modo de producción comunista en el que desaparezcan las desigualdades entre clases sociales (o, mejor dicho, la desaparición de las mismas clases sociales), lo que comportará, aseguraba Marx, la superación de todas las alienaciones a que están en la raíz de nuestros males y desdichas.

Marx sostenía que la revolución social acaba siendo una realidad e imponiéndose cuando se producen conflictos, inherentes al mismo sistema capitalista, entre las fuerzas de producción, es decir, la masa trabajadora, y las relaciones de producción (la relación entre trabajadores y propietarios). Dada la desigualdad que estas relaciones provocan, se genera un trastorno en la infraestructura, al existir una disparidad económica profunda entre ambas facciones, lo que con el tiempo determinará a su vez modificaciones en la superestructura y sus elementos constitutivos (sistema ideológico, político y social).

Ha habido distintas relaciones de producción a lo largo de la historia. De hecho, para Marx es precisamente que difieran dichos sistemas de producción lo que ha provocado las etapas históricas (y no a la inversa). En cualquiera de las existentes hasta los tiempos de Marx reinaban las clases sociales, pero gracias al comunismo esta segregación será erradicada. Los tres modos de producción previos han sido:

a) Esclavismo (sociedad esclavista): regida por los amos, que dominan a los esclavos, quienes no son más sus medios o instrumentos.

b) Feudalismo (sociedad feudal): regida por los señores, y a quienes sus siervos y vasallos rinden pleitesía. La tierra la trabaja el siervo, pero es propiedad del señor feudal.

c) Capitalismo (sociedad capitalista): la actual (tanto en tiempos de Marx como en la actualidad, aunque con matices). La clase dominante es la burguesía (o los propietarios de los medios de producción), y la clase dominada el proletariado.

Por último, Marx augura la irrupción del comunismo, tras la caída del capitalismo, en donde no habrá clases sociales y los medios de producción pertenecerán al Estado. La caída del capitalismo es inevitable, sostiene Marx, porque en primer lugar un sistema que sólo pretende lograr el beneficio económico del empresario no puede mantenerse durante mucho tiempo. Esto es así porque para maximizar dicho beneficio se requiere producir al mínimo coste posible, lo que supone emplear cada vez mayor cantidad de maquinaria y cuantos menos trabajadores mejor, algo que sólo es posible en grandes compañías y corporaciones. En consecuencia, tanto los proletariados (porque pasarán a engrosar las listas de parados, o tendrán que trabajar gran cantidad de tiempo) como los pequeños empresarios, absorbidos y neutralizados por las compañías mayores, verán con descontento su situación de inferioridad económica y de posibilidades de trabajo. Para erradicar tal situación será imprescindible la unión del proletariado, exigiendo a la burguesía mayores salarios y horarios menos exigentes, o, en hipotético caso final, su misma derrota social.

Así, es el mismo sistema capitalista quien se autodestruirá, producto de las injusticias sociales que ocasiona entre las distintas clases y de un conjunto de leyes inherentes a tal sistema, entre ellas, por ejemplo, la ley de la tendencia a la baja del beneficio. Si el capitalismo pretende maximizar los beneficios, será necesario bajar los salarios e incrementar todo lo posible la producción. Pero ofrecer menos dinero a los productores y a la mano de obra supone menos ingresos para ellos, con lo que la demanda bajará dado que cada vez sus recursos económicos serán menores. Por lo tanto, los beneficios disminuyen y la empresa puede endeudarse, o incluso llegar a la quiebra, destruyéndose el capitalismo a sí mismo.

Por otro lado encontramos la ley de la depauperización creciente o, en otras palabras, la creciente implantación de grandes monopolios o grupos de empresas dominantes que ofrecen precios cada vez más bajos y ahogan los medianos y pequeños comercios, donde sus propietarios se verán obligados al cierre por no poder competir con ellos en igualdad de condiciones, convirtiéndose ellos mismos en proletarios u ofreciendo sueldos todavía más bajos a sus escasos trabajadores, con el consiguiente descontento general.

Ante esta situación preconizaba Marx que la clase proletaria empezaría a tomar conciencia de su situación e iniciaría un proceso de revolución ante las injusticias de la burguesía. Pese a que ésta posea los medios de represión y de poder para evitar dicha revolución, toda clase social que está por encima de las demás depende de éstas para su supervivencia, porque es su trabajo, el del proletariado en este caso, lo que la sustenta. Por lo tanto, la unión de las clases trabajadores acabará por desbancar a la burguesía de su posición privilegiada, y será entonces cuando dará comienzo una temporal “dictadura del proletariado”. Esta fase consistirá en un dominio absoluto de la clase trabajadora, adquiriendo todo el poder de la sociedad para reestablecer un orden político y económico en el que la propiedad privada será definitivamente abolido, las clases sociales acabarán siendo neutralizadas y los medios de producción pertenecerán íntegramente al Estado, que poseerá recursos y procedimientos para instaurar un orden comunista.

Tras esta etapa, una vez desaparezcan los distintos grados de clase entre trabajadores tendrán que organizarse en grandes cooperativas en donde todo lo producido será de todos. Cada persona aportará su trabajo y su acción en función de sus aptitudes, y recibirá del grupo en función de lo que precise. Así reza la máxima marxista: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. La colectivización de los medios de producción, la abolición de la propiedad privada y las diferencias de clase, la erradicación completa de todas las alienaciones que atenazan la vida humana, la identificación entre productor y producto, y la realidad de una igualdad entre trabajadores permitirá la desaparición del estado prehistórico en el que estaba sumido el ser humano y nos adentraremos en la etapa verdaderamente histórica de la Humanidad.

13.5.09

Libertad y determinismo

"Se puede decir que, si el postulado del determinismo es válido, entonces el futuro se podrá explicar en términos del pasado; y esto significa que, si uno conociese lo suficiente del pasado, sería capaz de predecir el futuro. Pero en ese caso, lo que acontecerá en el futuro, ya está decidido. ¿Y cómo se puede decir entonces que yo soy libre? Lo que va a pasar va a pasar, y nada de lo que yo haga podrá impedirlo. Si el determinismo está en lo cierto, yo soy el prisionero sin remedio del hado.

Pero, ¿qué se quiere decir al decir que el curso futuro de los acontecimientos está ya decidido? Si lo que se quiere decir es que alguna persona lo ha ordenado, entonces la proposición es falsa. Pero si lo único que se quiere decir es que, en principio, es posible deducirlo de una serie de hechos particulares del pasado, juntamente con las adecuadas leyes generales, entonces, aunque esto sea verdad, ello no implica, en último término, que yo sea el prisionero del hado, sin remedio. Ni siquiera implica que mis acciones no introduzcan ninguna diferencia respecto del futuro, porque ellas son causas, tanto como efectos; de manera que, si fuesen distintas, sus consecuencias serían también distintas. Lo que implica es que mi comportamiento puede ser predicho; pero decir que mi comportamiento puede ser predicho no es decir que yo esté actuando bajo constricción. En realidad es verdad que yo no puedo escapar a mi destino si se entiende que esto no significa sino que haré lo que haré. Pero esto es una tautología, exactamente lo mismo que es una tautología que va a pasar lo que va pasar. Y tautologías como éstas no prueban absolutamente nada acerca de la libertad de la voluntad
".

Alfred J. Ayer, "Ensayos filosóficos", Planeta-Agostini, Barcelona, 1986.

1.5.09

Introducción al pensamiento de Karl Marx (V)




5) Infraestructura y superestructura.

Para Marx la liberación del hombre, su emancipación definitiva y la erradicación de las distintas alienaciones que le atenazan son sólo posibles, como ya se ha dicho, si remodelamos las circunstancias sociales y económicas en las que vive. Modificando dichas situaciones podrá emerger un hombre nuevo, pero para ello cabe transformar de raíz la estructura que conforma a la misma sociedad. Ésta, a ojos de Marx, se divide en dos grandes apartados: la infraestructura y la superestructura.



A) INFRAESTRUCTURA

Corresponde a la estructura económica de la sociedad, esto es, la manera en cómo se ordenan los distintos medios para satisfacer la vida material de los individuos. Está determinada por:

-Fuerzas productivas: aquellos elementos que se precisan para procurar los productos de una sociedad en una época específica. Son obvias fuerzas productivas los recursos naturales a los que se tiene acceso (y que, en distintos tiempos, son diferentes, debido a nuevas técnicas para obtenerlos [p. ej: carbón, petróleo]), así como todos los instrumentos, maquinaria, el saber acumulado, las técnicas, la mano de obra, etc.

- Relaciones de producción: las que se configuran entre los distintos individuos con arreglo a la posición jerárquica de cada uno dentro del sistema de producción. Pueden dar lugar a relaciones de subordinación o dominación, por ejemplo, y atañe a los responsables de los medios de producción (empresarios, mandatarios, directores, etc.) y a los que prestan su fuerza productiva (proletariado).

Basándonos en cómo se armonizan estos dos elementos de la infraestructura de todo sistema productivo podemos observar la creación de diferentes tipos de sociedad, que cambia a lo largo del tiempo. Hasta Marx eran tres tipos, principalmente (“esclavista”, “feudal” y “capitalista”, que analizaremos en la siguiente entrega de esta serie), a los que se sumaría el comunismo

B) SUPERESTRUCTURA

Por su parte, la superestructura designa, dentro del marxismo, el conjunto de instituciones y sistemas de organización social, jurídica y política, así como las formas de conciencia (sean religiosas, artísticas o filosóficas) específicas de cada sistema productivo y que se hallan condicionadas por él. Examinémoslas.

- Superestructura ideológica: la conforman el cúmulo de creencias, modos de pensamiento e ideas propias de cada sociedad. Son las expresiones religiosas, científicas, filosóficas y artísticas.

- Superestructura social: corresponde a la clásica “división de clases”, un sistema de organización social cuyas facciones están en relación con el lugar que ocupan en el sistema productivo que, como ya sabemos, se seccionan en dominantes y dominadas (o propietarios y fuerzas productivas).

- Superestructura jurídica y política: es el modo en como se organiza el poder político y
se dispone la legislación de una sociedad. Como vimos, Marx creía, no que cada tipo de sociedad generaba un poder político y legislativo específico, sino que eran éstos elementos los que determinaban la aparición de una forma de sociedad, todo lo cual derivaba finalmente en una estructura económica singular, acomodada precisamente con aquel poder político y legislativo. En otras palabras, que éstos se hallan, desde siempre, bajo las riendas de las clases dominantes (propietarios, empresarios, etc.), los cuales acaban encauzando y amoldando todo el sistema de leyes y políticas para su propia protección y expansión.

Menciono, a continuación, un texto de Jordi Cortés Morató (“Diccionario de filosofía Herder”) en referencia a la relación entre infraestructura y superestructura: “En la medida en que la superestructura es dependiente de la base económica real, es decir, de las relaciones productivas, la superestructura se constituye como la ideología dominante, es decir, como la ideología de la clase dominante en el modo de producción que la engendra. Este término es usado por Marx en la “Contribución a la crítica de la economía política”, en el contexto de una formulación general y abreviada de su concepción del materialismo histórico. Por tanto, debe entenderse también como una formulación general y abreviada, de ahí que las polémicas que se han suscitado relativas a si la base económica determina por completo, o sólo «en última instancia», a la superestructura, o hasta qué punto cambios en la superestructura pueden condicionar cambios en la estructura económica, deben relativizarse, y se debe considerar la teoría marxista en su conjunto. No obstante, Engels afirma que «en última instancia» debe explicarse todo el conjunto de instituciones jurídicas y políticas, y las representaciones religiosas, filosóficas e ideológicas propias de cada época, a partir de la infraestructura. Pero en una carta a J.Bloch, Engels mismo matiza esta determinación «en última instancia», que no es un mero determinismo economicista, y señala el aspecto de acción recíproca entre ambas instancias: la infraestructura y la superestructura”.

Pero Marx es más taxativo: “el modelo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual”. Parece, pues, que aunque tanto la infraestructura como la superestructura puedan oponerse dialécticamente, para así llegar a una nueva situación de cambio social (esto es lo que el mismo Marx admite), la dirección a seguir siempre parte del mismo punto (el sistema económico) y se dirige a la misma meta (el sistema ideológico, social y político). Sin un cambio en aquel, pues, es imposible concebir una trasformación radical de éstos.

(continuará)

Diálogos de Platón (VI): "Gorgias"

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